Publicado el 2015-09-21 In Schoenstatt en salida

Jóvenes de Italia y Paraguay por el Camino de Santiago

ITALIA, Jorge Ortiz Misión Roma •

Ya conoces que apenas lleguemos a Compostela serán perdonados todos nuestros pecados, incluso aquellos que ni siquiera conocemos. (…) Pues al final de nuestro viaje nos veremos a nosotros mismos como niños recién nacidos. Veremos lo invisible.

¿Qué es el camino?

11056564_1011447182207835_2171021798946306296_nDurante más de mil años, el Camino de Santiago ha conducido a los peregrinos hasta el santuario de un apóstol de la Cristiandad: Santiago el Mayor. Su tumba, descubierta una noche del año 813 en el monte sagrado del Libredón, bajo una lluvia de estrellas, sería la piedra fundacional de una prodigiosa Catedral y de una ciudad que, desde entonces, atraería las huellas de los caminantes hasta convertirse en un destino con el rastro y el eco de toda Europa.

Cada vez que un peregrino se echa a andar por las viejas sendas continentales del Camino de Santiago, se pone en marcha un antiguo mecanismo de búsqueda común a toda la Cristiandad: el viaje hacia la Salvación. Y, con él, vuelve a iniciarse la experiencia profundamente humana del propio descubrimiento.

Así como las rutas que conducen a Santiago son muchas, múltiples son también las vías para un hallazgo más íntimo; ése que experimentan todos los peregrinos a medida que avanzan por los caminos de los encuentros fortuitos o de la soledad, de las voces y del silencio, del paisaje umbrío o de la seca llanura, de las marchas y de las pausas, en pos de una única meta: Santiago de Compostela.

Un grupo de 28 peregrinos, que incluía a jóvenes de la capellanía universitaria de “Roma Tre”, caminaron, acompañados por su capellán, el P. Alfredo Pereira. Asimismo tuvimos el regalo de contar con el Padre Jesús Ferras, Asesor de la Juventud Masculina de Austin, Texas, y de dos de sus más fieles integrantes: Rodrigo y Chris. Para nosotros, como Misioneros, fue una gran bendición haber sido parte de esta aventura donde caminar se vuelve cotidiano y lo cotidiano se vuelve mágico.

Días previos al camino pedimos a fieles de la parroquia, a familiares y amigos, a conocidos y a miembros de la familia de Schoenstatt en general, que nos hicieran llegar sus intenciones, para ofrecerlas en la tumba del santo. El peregrino acoge la intención, la hace suya y camina con y por ella. Con este espíritu caminamos durante 6 días por los senderos del norte de Portugal con las flechas amarillas que guiaban nuestros pasos y nos portaba a nuestro horizonte: la catedral de Apóstol Santiago.

La peregrinación inició con la misa presidida por el P. Alfredo; Él nos motivó a poner en el centro a Jesús, a que una peregrinación empieza con Él y que lo importante no es cuánto cargamos en la mochila ni tampoco qué llevamos en ella, lo importante es lo que llevamos en el corazón, las intenciones de cada uno y la de los demás.

Encontrarse a uno mismo

11825997_10153447684361772_360123189813907591_nEl camino de Santiago tiene, para muchas personas, algo de místico; no en vano su origen es religioso: el culto al apóstol Santiago, los ritos que el caminante realiza cuando llega a su destino, como rezar frente al sepulcro, abrazar la estatua del santo, participar en la misa del peregrino, entre otros. De cualquier manera, nosotros nos lanzamos a realizar el camino movidos no solo y precisamente por la devoción al santo, sino también por una espiritualidad que se manifiesta en la necesidad de saber, conocer y encontrarse más con uno mismo, de encontrar respuestas a las preguntas y de hallar esa paz interior que Dios nos regala en el caminar, porque para muchos este recorrido desde el pequeño pueblito de Tui hasta la hermosa ciudad de Santiago, se convirtió en un viaje interno hacia el “yo” verdadero, que a menudo no se deja ver a plena luz y permanece en la oscuridad, en ese pequeño recoveco del alma que nuestro Padre Fundador llama Microcosmos; pero que una vez descubierto, nos permite reconocerlo, aceptarlo y finalmente abrazarlo, con sus luces y sus sombras.

Conocer gente de lo más variada

En esta travesía vivimos momentos únicos con peregrinos de todas las edades, provenientes de diversas partes del mundo, en los albergues, en los senderos o en la carretera. Así también le tocó a cada uno hacer nuevos amigos.

En este peregrinar estuvo claro que recorrer el Camino de Santiago es una experiencia gratificante. Hacerlo como grupo, compartir dolores, experiencias, caminar con María y, por sobre todo, encontrarnos con Jesús en la eucaristía.

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